España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . iene que bajar, Fraga aparece á susojos, cansados de horribles yermos y monótonas llanuras, comoun oasis oculto y encajonado en medio del desierto, brindándoleal descanso la sombra de sus frutales. Situada en medio de doseriales de los que suelen marcar los límites entre las provincias,ambas se disputaron á Fraga en tiempos antiguos, pretendiendoCataluña fijar su término en el Cinca, y Aragón en el Segre;hasta que al fin transigieron al parecer, quedándose Cataluñacon el territorio que media entre los dos ríos, y Aragón con laciudad. A
España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . iene que bajar, Fraga aparece á susojos, cansados de horribles yermos y monótonas llanuras, comoun oasis oculto y encajonado en medio del desierto, brindándoleal descanso la sombra de sus frutales. Situada en medio de doseriales de los que suelen marcar los límites entre las provincias,ambas se disputaron á Fraga en tiempos antiguos, pretendiendoCataluña fijar su término en el Cinca, y Aragón en el Segre;hasta que al fin transigieron al parecer, quedándose Cataluñacon el territorio que media entre los dos ríos, y Aragón con laciudad. Aún recuerda el lenguaje de los naturales que Fraga fuécatalana hasta el siglo xv, y que su señor el de Moneada era unbarón catalán. Pero si Fraga presenta animación es en sus alrededores; ensu interior aparece poco menos desierta que los desiertos que lacercan. Su vida está en la vegetación de sus campos, y no en elmovimiento de sus habitantes. Labradores estos en su mayorparte, abandonan desde el amanecer sus viejos caserones, á los. iü 98 ARAGÓN cuales por lo común no se restituyen sino a la caída de la tardeatravesados en sus machos, ó con sus instrumentos agrícolas alhombro, en numerosas bandadas como las a\es que buscan sunido, ó las greyes devueltas á su aprisco. Entonces el nuevopuente de madera resuena estrepitosamente con las pisadas delas caballerías, y viene estrecho á la multitud que por él desem-boca en la ciudad; en todo lo demás del día se ven solitarias suspendientes y tortuosas calles, tan destituidas de antigua poesíacomo de policía moderna, y ahogadas entre casas en que nosuple las bellezas arquitectónicas de otros siglos la regularidaddel nuestro. Las diligencias, esas caravanas de la civilización,que pasan desdeñosas á lo largo de Fraga, no han logrado es-tablecer allí un punto menos incómodo de descanso, ni levantardel fondo del Cinca el puente de piedra que bajo sus aguasyace; dos años há que tenían que apelar
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