El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha . lma del señor Sansón, que dice que su conciencia lelita, que persuada á vuesa merced á salir vez tercera porese mundo, y yo de nuevo me ofrezco a servir á vue-sa merced fiel y legalmente , tan bien y mejor que quan-tos escuderos han servido á caballeros andantes en lospasados y presentes tiempos. Admirado quedó el Ba-chiller de oir el término y modo de hablar de SanchoPanza , que puesto que había leido la primera historiade su señor , nunca creyó que era tan gracioso comoallí le pintan; pero oyéndole decir ahora testamento ycodicilo, que no se pu


El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha . lma del señor Sansón, que dice que su conciencia lelita, que persuada á vuesa merced á salir vez tercera porese mundo, y yo de nuevo me ofrezco a servir á vue-sa merced fiel y legalmente , tan bien y mejor que quan-tos escuderos han servido á caballeros andantes en lospasados y presentes tiempos. Admirado quedó el Ba-chiller de oir el término y modo de hablar de SanchoPanza , que puesto que había leido la primera historiade su señor , nunca creyó que era tan gracioso comoallí le pintan; pero oyéndole decir ahora testamento ycodicilo, que no se pueda revolcar, eñ lugar de testa-mento y codicilo , que no se pueda revocar , creyó to-do lo que del habia leido, y confirmólo por uno de losmas solemnes mentecatos de nuestros siglos, y dixo en-tre sí, que tales dos locos como amo y mozo, no se ha-brían visto en el mundo. Finalmente Don Quixote ySancho se abrazaron, y quedaron amigos , y con pare-cer y beneplácito del gran Carrasco , que por entón- Tom. 3. ?a¿r. «r¿>_. Her/¿ardo JB¿wf£& l¿z irwS° y díbuxó ¿a. Grabó en Jtyfjzdiicí P72. PARTE II. CAPÍTULO VII. 59 ees era su oráculo , se ordenó que de allí a tres diasfuese su partida, en los quales habría lugar de aderezarlo necesario para el viage , y de buscar una celada deencaxe, que en todas maneras, dixo Don Quixote, que lahabía de llevar. Ofreciósela Sansón , porque sabia no sela negaría un amigo suyo, que la tenía, puesto que es-taba mas escura por el orin y el moho , que clara ylimpia por el terso acero. Las maldiciones que las dos,Ama y Sobrina echaron al Bachiller, no tuvieron cuen-to: mesaron sus cabellos, arañaron sus rostros, y al modode las endechaderas que se usaban, lamentaban la parti-da , como si fuera la muerte de su señor. El designio quetuvo Sansón para persuadirle á que otra vez saliese, fuéhacer lo que adelante cuenta la historia, todo por con-sejo del Cura y del Barbero, con


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