España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . bre sus brazos,—haga el nombre de la que fué hu-milde puebla un tiempo, nacida al calor de la no menos humildeAbadía que conservaba las reliquias venerandas de San Emete-rio y San Celedonio, tan grande en las edades venideras comolo es en las fenecidas, para honra de la Montaña y de sus pre-claros hijos. Quizás en ellas el problema pavoroso que se dibujaen lontananza, halle fácil solución, ante el amor eminente de lapatria: quizás sea sólo para ella nube pasajera que desvanezcany disuelvan vientos prósperos y bonancibles; pero para co
España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . bre sus brazos,—haga el nombre de la que fué hu-milde puebla un tiempo, nacida al calor de la no menos humildeAbadía que conservaba las reliquias venerandas de San Emete-rio y San Celedonio, tan grande en las edades venideras comolo es en las fenecidas, para honra de la Montaña y de sus pre-claros hijos. Quizás en ellas el problema pavoroso que se dibujaen lontananza, halle fácil solución, ante el amor eminente de lapatria: quizás sea sólo para ella nube pasajera que desvanezcany disuelvan vientos prósperos y bonancibles; pero para contri-buir á este fin, para realizar su total desenvolvimiento, hacia el 3l8 - SANTANDER cual camina actualmente, preciso se hace apartar de sobre sucabeza la hidra fatal del regionalismo^ que borrando por desven-tura el común apellido de los hijos de España, amaga separarlosacaso en no lejanos días, como lo estuvieron en aquellos remo-tísimos, en que indiferentes contemplaron los cántabros la ruinay destrucción de la inmortal Numancia. I. CAPITULO X Santander. — Plaza y estatua de Velarde. —La Cripta, hoy Iglesia Parroquial del Cris-to de Abajo.—La Catedral. — Sus naonu-mentos.—La pila arábiga.—El claustro. ^OR acostumbrado que te hallesal espectáculo, siempre rego-cijado y risueño, con que, en afano-so movimiento, los puertos de marpor lo común convidan,—no es du-doso que habrás de experimentar, lector, impresión especial ydeterminada al llegar á este de Santander, cuya fisonomía y cuyoaspecto difieren en mucho, y al primer golpe de vista, del aspectoy de la fisonomía de los generalmente conocidos. Ya antes deque el tren se detenga fatigado y anheloso en la estación, dondehalla término tu viaje,—habrá sido para ti posible el advertirlo,al cruzar las tranquilas aguas del gran estero occidental de laantigua villa de San Emeterio, viniendo luego á hacer aún más ?^m^ Mcí 320 SANTANDER sensible lo agradable del efecto producido, n
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