. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. M ^ CAPÍTULO X Dos historias. ARSio refirió una historia sencilla, muysencilla: la historia de una de las in-famias más comunes en muchos delos grandes señores de aquella época,quienes, como resabio de la tiranía feu-dal, creíanse con derecho á disponerá su antojo hasta de la honra de sus inferiores. El padre de Tarsio era uno de los más fieles servido-res de Pacheco. Se casó con una hermosa doncella y con-tinuó al servicio de D. Juan. Este era por aquel entonces un joven libertino, cuyasaventuras
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. M ^ CAPÍTULO X Dos historias. ARSio refirió una historia sencilla, muysencilla: la historia de una de las in-famias más comunes en muchos delos grandes señores de aquella época,quienes, como resabio de la tiranía feu-dal, creíanse con derecho á disponerá su antojo hasta de la honra de sus inferiores. El padre de Tarsio era uno de los más fieles servido-res de Pacheco. Se casó con una hermosa doncella y con-tinuó al servicio de D. Juan. Este era por aquel entonces un joven libertino, cuyasaventuras de amor escandalizaban á cuantos de ellas te-nían noticia. Alguien advirtió al fiel servidor: —Pues que tienes mujer hermosa y joven, guárdala delseñor á quien sirves. El no hizo caso de estas advertencias. Creía en la nobleza del marqués y pensaba: 11 82 A. 0ONTRBRA8 —¿Cómo él que es tan rico y poderoso y que puede sa-tisfacer todos sus caprichos y deseos, ha de ambicionarmi esposa, que es mi único tesoro? Damas nobles y her-mosas sobrarán que le regalen con su amor. Se equivocó el infeliz.
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