La Mujer . ñor basurero, lo que no obsta pa-ra que ponga pan en una bandeja. Tan, tan ! No tenéis sirviente que vaya á ver?quién es. Los golpes se repiten y vuelvená repetirse. ¿Quién puede llamar? Vais áver. Un hombre con aspecto de atorrantey cara de borracho. -¿Qué se le ofrece? —Quisiera hablar con el dueño de casa-os contesta con voz alcoholizada.—Yo soy. El individuo os mira estúpidamente ydespués de un momento, os dice con lamisma voz: —Vengo á ver si me hace la caridad dedarme una limosna. Acabo de salir del hos-pital . —Pues diríjase al Asilo de Mendigos,—lecontestáis, bramando de imp


La Mujer . ñor basurero, lo que no obsta pa-ra que ponga pan en una bandeja. Tan, tan ! No tenéis sirviente que vaya á ver?quién es. Los golpes se repiten y vuelvená repetirse. ¿Quién puede llamar? Vais áver. Un hombre con aspecto de atorrantey cara de borracho. -¿Qué se le ofrece? —Quisiera hablar con el dueño de casa-os contesta con voz alcoholizada.—Yo soy. El individuo os mira estúpidamente ydespués de un momento, os dice con lamisma voz: —Vengo á ver si me hace la caridad dedarme una limosna. Acabo de salir del hos-pital . —Pues diríjase al Asilo de Mendigos,—lecontestáis, bramando de impaciencia y ol-vidando la cavidad le volvéis las espal-das, mientras llega á vuestros oídos estosó semejantes cumplimientos: —Zonzo! Pelandrún! Tan, y tan, ¡¡ tan, tan !! —Demonio! ¿ Quién golpea con tantaarrogancia? Corran á ver. — El cartero. —Y que trae el cartero? — No trae nada para nosotros. Vino apreguntar si sabíamos si enfrente viví —Pues bien podía el señor cartero pre-guntar enfrente. Salís á vuesiros quehaceres ó á lo queos da la gana. Vais de prisa; pero quéimporta. —Fósforos, señor. -No. —Se los doy baraios. Tres cajas por cin-co —Mire que no suenan.—Vete á California. Queréis comprar un diario, y acudenveinte muchachos ofreciéndoos la grandeque os atropelian y os meten los billetespor los ojos. Sigue: Vais á atravesar de una veredaá otra, pero viene un tramway. No lohabéis visto, no lo habéis sentido. Creéisque el cochero detiene la marcha? Que vaá detener: os echa encima los jamelgos 5^suertudo podéis llamaros si sólo salís sal-picado. Otra: Vais por la vereda y de prontoos sentís detenido por una aglomeraciónde gente que se encuentra delante de unescaparate contemplando, con una curio-sidad cargante, alguna figurilla automáti-ca que mueve la cabeza y saca la tenéis más remedio que echaros á lamitad de la calle en brazos, ó, mejor aicho


Size: 2025px × 1233px
Photo credit: © The Reading Room / Alamy / Afripics
License: Licensed
Model Released: No

Keywords: ., bookcentury1800, bookdecade1890, booksubjectwomen, bookyear1899