La Mujer . ue de ellas han hablado y hablarán con másó menos parcialidad les que lo conocieron intima-mente. No nos encontramos en ese número, y sí entre losque han podido apreciar susilustrado y de una facundiainagotable para el chiste co-rrecto. Como hablador de pluma,pocos tan amenos como él enla pre nsa argentina. Como estilista original,menns Co o polemista jamás sepresentó desconcertado, aun-que !o hirieran en las fibrasmás hondas. Nos parecía verlo sonrién-dose, encogiéndose de hom-bros como el que dice: «Don-de las dan las toman»; y se-guir en su tema como si nisiquiera lo hubieran roz


La Mujer . ue de ellas han hablado y hablarán con másó menos parcialidad les que lo conocieron intima-mente. No nos encontramos en ese número, y sí entre losque han podido apreciar susilustrado y de una facundiainagotable para el chiste co-rrecto. Como hablador de pluma,pocos tan amenos como él enla pre nsa argentina. Como estilista original,menns Co o polemista jamás sepresentó desconcertado, aun-que !o hirieran en las fibrasmás hondas. Nos parecía verlo sonrién-dose, encogiéndose de hom-bros como el que dice: «Don-de las dan las toman»; y se-guir en su tema como si nisiquiera lo hubieran rozadoen la epidermis. Ya hacía tiempo que sehabía retirado del periodis-mo. ¿Descansaba? No lo sa-bremos decir. Ha muerto ro-deado de deudos cariñosos, de amigos leales, de ad-miradores . . ¡casi feliz y envidiado! . . Paz en suturaba ! Viene enseguida el proceso Sasso, quien, para no-sotros, no es el mayor culpable del infame í, pues; Sasso—nombre lúgubremente significati-. vo—no resulta de todo eso sino un instrumento repug-nante que aprovechaba de su oficio. Los verdadera-mente culpables son aquellos que se servían de él pa-ra averiguar vidas abenas. Que es un escapado del presidio de Italia ó cosaasí y que aquí andaba en trcnzaduras con la justiciarY qué otro que no fuera de esas condiciones podríaprestarse á desempeñar el odioso papel de espía deesa jaez? Y ocurre preguntar: ¿Que hemos llegado á una si-tuación tan deplorable que no tiene el crédito banca-rio otros medios más francos y más nobles parst afian-zarse? Pues en el pecado llevó la penitencia aí po-ner el pandero en semejantesmanos. Es algo que llama másla atención, aunque de otrogénero, lo acontecido en lacapital del Uruguay con mo-tivo de las exequias á la me-moria de Gomensoro. Que hubieran gritos con-tra Cuestas y su gobierno óno los hubieran; que fuera élquién los hiciera dar ó no fuera él, se han tomado medidastan alarmantes y de tal mane-ra se ha pr


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