. Cosmos : revista ilustrada de artes y ciencias. Science; Science. COSMOS 61 Si se admite manifiestamente que la indus- tria y el comercio deben sufrir la influencia de las grandes leyes de la alimentación, no está por demás citar algunos ejemplos. Béard, que ha escrito un excelente libro sobre la filosofía médica cantemporánea, re- fiere una observación interesante sobre el consumo y el comercio de cerdos. Entre los efectos señalados de la civiliza- ción sobre el sistema nervioso, las digestio- nes difíciles, dice, son uno de los más co- nocidos y de los que primero se han obser- vado. La hi


. Cosmos : revista ilustrada de artes y ciencias. Science; Science. COSMOS 61 Si se admite manifiestamente que la indus- tria y el comercio deben sufrir la influencia de las grandes leyes de la alimentación, no está por demás citar algunos ejemplos. Béard, que ha escrito un excelente libro sobre la filosofía médica cantemporánea, re- fiere una observación interesante sobre el consumo y el comercio de cerdos. Entre los efectos señalados de la civiliza- ción sobre el sistema nervioso, las digestio- nes difíciles, dice, son uno de los más co- nocidos y de los que primero se han obser- vado. La historia de la elevación y luego de la caída del cerdo como artículo de consu- mo, es á este respecto una de las más ins- tructivas. En América, el puerco, como el indígena, huye ante la civilización. En todas las grandes ciudades orientales de los Esta- dos Unidos, en la clase de gentes que tra- bajan con la cabeza, muy pocas veces se ve aparecer la carne de puerco en la mesa, por- que el estómago que trabaja cerebralmente, no puede digerirla. En la generación pasa- da, cada día, y con frecuencia tres veces por día, la carne de puerco, en todas sus formas, servía de alimento á nuestros padres, que la comían hasta la saciedad, sin preguntar- se si era fácil ó no de digerir. Esta deca- dencia de la carne de cerdo ha producido y produce aún, en América, efectos desastro- sos, porque no se ha podido todavía susti- tuirla con otro alimento tan rico en grasa. Los hermosos trabajos de Bunge han demos- trado que el consumo de otra substancia tam- bién está subordinado á ciertas leyes fisioló- gicas. Por medio de sus investigaciones et- nográficas, ha llegado á formular esta ley: que, en todos los tiempos y en todos los lugares, los pueblos que han hecho única- mente uso de alimentos animales, no cono- cían la sal, ó la desdeñaban cuando conocie- ron su uso; en tanto que aquellos que se alimentaban principalmente de vegetales, tenían una pasión


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