La Mujer . jesque el ruido de armas, descargaron alaire algunos arcabuces, que hicieron ale-jar á los indios en confusa gritería. Los portugueses que eran, á más deaventureros, valientes hasta la temeridad;,pero cuyo valor se hallaba corrompido, siusted me permite la expresión, por la vidanómada, resolvieron conquistar aquel te-rritorio aunque fuera pasando á cuchilloá todos sus habitantes. Se prepararon, pues, y formaron uncampamento haciendo con telas, de que sehallaban provistos, con hojas consistentesy gruesos troncos, tiendas, chozas y para-petos. V No tardaron mucho envolver los indiosen


La Mujer . jesque el ruido de armas, descargaron alaire algunos arcabuces, que hicieron ale-jar á los indios en confusa gritería. Los portugueses que eran, á más deaventureros, valientes hasta la temeridad;,pero cuyo valor se hallaba corrompido, siusted me permite la expresión, por la vidanómada, resolvieron conquistar aquel te-rritorio aunque fuera pasando á cuchilloá todos sus habitantes. Se prepararon, pues, y formaron uncampamento haciendo con telas, de que sehallaban provistos, con hojas consistentesy gruesos troncos, tiendas, chozas y para-petos. V No tardaron mucho envolver los indiosen son guerrero y trabaron una sangrien-ta batalla, si así podía llamarse dado elnúmero de los combatientes:—diez eranlos portugueses y más de doscientos ios-salvajes. Sin embargo, los temerarios aven-tureros llevaron la mejor parte, llegandohasta tomarles prisionero á los indios, á unanciano, el que, por los gritos de exaspera-ción que aquellos lanzaban á la distancia»parecía ser el Llegada la noche velaba, en el improvisado campamento, uno de los aventure-ros, cuando sintió ruido entre la hojarascade un bosque vecino. Despierta á sus com-pañeros los que previendo un ataque desorpresa, se preparan á repelarlo. El viejo prisionero se encontraba atadocon fuertes ligaduras al tronco de un árboi ALBUM-REVISTA «LA MUJER» y su cobrizo semblante se hallaba ocultoentre los largos y lacios cabellos blancos. Los aventureros, que esperaban el ata-que de un ejército de salvajes, vieron, álos pálidos resplandores de la luna, des-tacarse un bulto que se acercaba cautelo-samente al prisionero. Aquellos hombres,entregados siempre al libertinaje más gro-sero, sintieron un goce feroz, porque elbulto era el de una joven india, de her-mosura singular. Uno de los aventureros saltó de impro-viso al sitio donde se hallaba el prisioneroy con hercúleas fuerzas tomó en sus bra-zos á la joven india y llevóla á la forta-leza donde lo esperaban sus compañeros. Du


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