La Mujer . , sin la vanaostentación del yo de los sober-bios. ¿No será esa una délas causan-tes más fundamentales de la pros-peridad á que La Prensa ha lle-gado? Es más que probable, según yo^me pienso. Pero es que la rectitud de ca-rácter del señor Paz no es la deaquellos/z¿s/fos que ceden algunavez ante las debilidades humanasnó. Su rectitud es inflexible, se-vera hasta el estremo; en una pa-labra: intransigente. El no comprende,-no acepta,mejor dicho —que el hombre, y so-bre todo el hombre de Estado, pu-diendo marchar por la senda deldeber impuesto, bifurque de ellainducido por obcecadoras
La Mujer . , sin la vanaostentación del yo de los sober-bios. ¿No será esa una délas causan-tes más fundamentales de la pros-peridad á que La Prensa ha lle-gado? Es más que probable, según yo^me pienso. Pero es que la rectitud de ca-rácter del señor Paz no es la deaquellos/z¿s/fos que ceden algunavez ante las debilidades humanasnó. Su rectitud es inflexible, se-vera hasta el estremo; en una pa-labra: intransigente. El no comprende,-no acepta,mejor dicho —que el hombre, y so-bre todo el hombre de Estado, pu-diendo marchar por la senda deldeber impuesto, bifurque de ellainducido por obcecadoras pasio-nes, porque juzgándolo por sí mis-mo lo cree poseedor de esa poten-cia reprimente de todos los im-pulsos que deprimen la verdaderamisión del que se respeta y res-peta la sociedad en que vive. Y hablo del señor Paz de tal manera vde tal manera lo juzgo, porque hé venidoobservándolo desde aquellos tiempos enque, educado en la escuela de los Cha-saing, Argerich, López Torres v tantos.
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