La Mujer . ando á me-ditar. La naturaleza está llena de encantos sublimes, gran-diosa é imponente ;como la hizo elCreador Los pajarillos consus suaves y melo-diosos trinos, lasovejas que alegre-mente balan y esedelicioso aroma queexhalan las flores,cubiertas de frescasgotas de roció, haceque bendigamos alTodo poderoso p o rsus bondades infini-tas Existen dos seres;Enrique y Amalia,que se aman contoda su alma, perola eterna cuestiónde su distinta posi-ción social, les obli-ga á sufrir en si-lencio. ^ . ^,r> i Enrique es un GUERRA—muerte buen muchacho, pero está más pobre que una araña;


La Mujer . ando á me-ditar. La naturaleza está llena de encantos sublimes, gran-diosa é imponente ;como la hizo elCreador Los pajarillos consus suaves y melo-diosos trinos, lasovejas que alegre-mente balan y esedelicioso aroma queexhalan las flores,cubiertas de frescasgotas de roció, haceque bendigamos alTodo poderoso p o rsus bondades infini-tas Existen dos seres;Enrique y Amalia,que se aman contoda su alma, perola eterna cuestiónde su distinta posi-ción social, les obli-ga á sufrir en si-lencio. ^ . ^,r> i Enrique es un GUERRA—muerte buen muchacho, pero está más pobre que una araña; encambio, Amalia es hija de un rico estanciero. Es en esa preciosa mañana, que Enrique acaba de lle-gar de la capital; viene á pasar en casa de sus tios susvacaciones universitarias. Visita inmediatamente á los padres de Amalia; creeque el triunfo por él obtenido ablandará á esos duros co-razones. ¡Imposible! —Con eso no hacemos nada, nuestra hija no puedecasarse con un pobrete como —Pero señor, señora, tengo mi carrera asegurada, soy médico —No, no; lo dicho, dicho Enrique, pálido é invadido por una angustia suprema,. sale con un nudoque le oprime fuerte-mente la garganta. Amalia lo ha vistoy le sigue. Enrique,loco de dolor, no seda cuenta de lo quepasa en su ser, sien-te escalofríos • En un instante seI ilumina su rostroi con sarcástica ydespreciativa sonri- I sa.: De un salto I se encuentra á una\ cqnsidei-able alturai desde dónde se do-\ mina un insondable \ precipicio I Amalia está á sulado como Angel dela Guarda, más, élno la ha visto. — ¿En qué pien-sas? — le dice con DEL ABANDERADO dulzura. —¡Amalia, tú, tú aqui! Se unen en estrecho é inseparable abrazo, y una idea fatal cruza por la mente de estos desgraciados El silencio de la montaña, es interrumpido por un gri-to de desesperación y muerte Enrique y Amalia se unieron para siempre en el fondodel abismo. Carlos Angel Galli. Invierno de 1900.


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