. Cosmos : revista ilustrada de artes y ciencias. Science; Science. 92 COSMOS Así, para dar una ¡dea de la rapidez de esta trasmisión, diremos que un rayo lumi- noso emplea ocho minutos en franquear la distancia que separa la Tierra del Sol. Pues- to que, por otra parte, hemos admitido que la luz tiene por origen un movimiento vi- bratorio, este movimiento se trasmitirá en el éter, por ondulaciones, como el sonido en el aire. Cada onda es una esfera, que aumenta lápidamente de diámetro, como un globo que se inflara con bastante rapidez para que su radio creciese 300,000 kilómetros por se- gund


. Cosmos : revista ilustrada de artes y ciencias. Science; Science. 92 COSMOS Así, para dar una ¡dea de la rapidez de esta trasmisión, diremos que un rayo lumi- noso emplea ocho minutos en franquear la distancia que separa la Tierra del Sol. Pues- to que, por otra parte, hemos admitido que la luz tiene por origen un movimiento vi- bratorio, este movimiento se trasmitirá en el éter, por ondulaciones, como el sonido en el aire. Cada onda es una esfera, que aumenta lápidamente de diámetro, como un globo que se inflara con bastante rapidez para que su radio creciese 300,000 kilómetros por se- gundo. A una distancia infinita de su pun- to de partida, una porciíin pequeña de esta superficie esférica es sensiblemente plana. Luz blanca. Colores simples.—-A Nhvvton se debe el descubrimiento de la complexi- dad de la luz blanca, instituyendo la expe- riencia clásica del espectro solar. Por una abertura muy pequeña S (Fig. 74). hizo penetrar en un cuarto obscuro un ravo i horizontal de luz solar. Este rayo, si se le hu- biese dejado caminar libremente, habría ido á dibujar en una pantalla una imagen brillan- te y redonda D. Newton colocó en el tra- yecto un prisma de vidrio de aristas vertica- les, en la posición indicada por la figura. In- mediatamente el haz incidente se desvió de su dirección primitiva y al mismo tiempo se extendió y vino á formar en la pantalla, no ya una imagen redonda, sino una faja alar- gada que presentaba todos los colores del arco-iris, dispuestos en el orden siguiente: Violeta, índigo, azul, i>erde, amarillo, na- ranjado y rojo. El violeta es el cojo}- iiiás desvindo, y se encuentra en una de las extremidades de este espectro colorido, en tanto que el rojo, menos desviado que los otros, se encuentra en la otra extremidad. La luz blanca se había, pues, descompuesto en colores simples por medio de un prisma. Recibiendo este espectro en un espejo que giraba lentamente y mirando el espejo en una dirección fija, Ninv-rox ve


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