La Mujer . que rechaza á las personas con el talón y conla punta; hace el vacío humano en torno suyo y na-die se acerca al que la usa para robarle el reloj, ódarle la mano, que es aún más peligroso. —¿Se puede ensayar ahora? —Si V. E. me lo ordena desocuparé la sala ápuntapiés. Recuerdo, entre los proyectos ó invenciones pre-sentados, una Caja de Ahorros para acumular el va-lor que se derrocha en las tertulias y emplearlo endefensa del país: un método para escribir versos mo-nosílabos con pie quebrado: una rotativa que tirabapor minuto cien licenciados en Derecho: ojos de cris-tal irresistible


La Mujer . que rechaza á las personas con el talón y conla punta; hace el vacío humano en torno suyo y na-die se acerca al que la usa para robarle el reloj, ódarle la mano, que es aún más peligroso. —¿Se puede ensayar ahora? —Si V. E. me lo ordena desocuparé la sala ápuntapiés. Recuerdo, entre los proyectos ó invenciones pre-sentados, una Caja de Ahorros para acumular el va-lor que se derrocha en las tertulias y emplearlo endefensa del país: un método para escribir versos mo-nosílabos con pie quebrado: una rotativa que tirabapor minuto cien licenciados en Derecho: ojos de cris-tal irresistibles para enamorar en los t&atros: un ins-trumento que éxtrae del cuerpo humano el esqueletosin dolor, y unos polvos de extracto de envidia na-cional para matar ratones y curianas. El último experimento fué el más agradable. Elinventor empezó afirmando que así como disfrutan unamúsicii millares de oyentes, pueden comerse un mismomanjar á la vez muchas personas, y para presentó sumultiplica -dor del ali-mento».Colocó en unplato unahermosaperdiz es-cabecha d ay clavó enel centrouna especiede t r i n- chantc del cual salían diez alambres terminados enlengüetas, é invitó á diez espectadores á llevárselasá la boca. Nos sentamos á su alrededor, y todos^alpoco rato, y cada cual de por sí, aseguramos habernoscomido la pechuga, los alones y las patas: la perdiz,sin embargo, estaba intacta. —Ahora—añadió el inventor—pueden aproximarselos señores que deseen volvérsela á comer. Hubo gran entusiasmo y todos grita-on «¡al apa-rato!», cuando una turba de abastecedores y fondis-tas, invadiendo el local, hizo pedazos el invento, lle-vándose á empuiones al autor. ¿Qué fué de él? No seha sabido. Créese que entró en una salchichería y nosalió. El tribunal dictó su fallo. «Considerando que el enemigo mayor del españoles el español, contra el cual no bastan precauciones, »Se concede el premio del invento más útil al za


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