La Mujer . o, en suquerida que lo ama yque lejana, muy lejana,por él suspira, reveecon los ojos de lamente los espirantestristes del ocaso deesa tarde llena de eflu-vios y de aromas enque ella estremeciday roja le decia porprimera vez: «te amo»;se recuerda con deleiteel instante en que ce-diendo al impulso delamor, se daban el pri-mer beso, un beso lar- ígo, prolongado, inñni- vto, cjue era la espresión \más santa y más purade sus dos almas ena- ^ ¿Y ahora ? -IElla en un pais ex-tranjero del cfue quizás no volverá nunca, élabatido y triste cual el ave que sin nido va-gando vá de rama


La Mujer . o, en suquerida que lo ama yque lejana, muy lejana,por él suspira, reveecon los ojos de lamente los espirantestristes del ocaso deesa tarde llena de eflu-vios y de aromas enque ella estremeciday roja le decia porprimera vez: «te amo»;se recuerda con deleiteel instante en que ce-diendo al impulso delamor, se daban el pri-mer beso, un beso lar- ígo, prolongado, inñni- vto, cjue era la espresión \más santa y más purade sus dos almas ena- ^ ¿Y ahora ? -IElla en un pais ex-tranjero del cfue quizás no volverá nunca, élabatido y triste cual el ave que sin nido va-gando vá de rama en rama i Terrible y maldito destino ! Pero hé aquí que Alberto Edehveis — asíse llama el jóven — se levanta y con manofebriciente busca y rebusca entre el cúmulo depapeles que haysobre el escritorio. ¿Quel)usca? Seguramente la carta que ])Ocos mo-mentos antes ha escrito á ella, á la elegidade su corazón, á la diosa de sus ensueños, alrayo de luz (fue alumbra las tinieblas de su. alma dolorida. Encuentra esa carta. Quiere ! La noche i)rofnnda, tenebrosa, os-cura, ha empezado á tender sobre la tierrasu fúnebre manto y solo un pálido rayo delsol moribundo que rueda en su carro de fuegohácia el occidente teñido en sangre, filtra altravés de las tujiidas madieselvas ocultanla r<^^a del balc<)n. Alberto Edehveis se acercaá ese rayo y en voz alta lee:«Querida: «Si yo fuera una negra golondrina de bri-llante plumaje y poderosas al^s. que surca incansable las floridashiervas y los agitadosmares, tenlo por se-guro, ídolo de mis en el díade tu cumpleaños yoestaría á tu lado paramardfestarte con mistrinos la felicidad sinlunites que te deseo.» « Más como no soygolondrina, como notengo brillante pluma-je ni poderosas alas,ni cruzo incansal)le lastierras y los mares,resulta que me veoon la necesidad biendura para mí de en-viarte desde lejos elsaludo del alma mía.» «Recibe pués, rubiay candorosa v


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