La Mujer . ambulante, para evitar lances éinconvenientes. Las conventilleras vienen prece-didas de catervas de muchachosde todas edades y Quémaravilla de fecundidad! Aquelloparece No hay co-mo los conventillos para incum-bar la Corren, saltanpor las vereda y la calle, tiranpiedras ó desperdicios al transcunte ó vendedor de diarios mien-tras las madres ó la a,rand mere,regatean cinco centavos de verdu-ra y no dejan ir al vendedor si nole dá la las casas particulares llegan las mucamitas ála puerta con la canasta y detrás de ellas la señorarezongona que
La Mujer . ambulante, para evitar lances éinconvenientes. Las conventilleras vienen prece-didas de catervas de muchachosde todas edades y Quémaravilla de fecundidad! Aquelloparece No hay co-mo los conventillos para incum-bar la Corren, saltanpor las vereda y la calle, tiranpiedras ó desperdicios al transcunte ó vendedor de diarios mien-tras las madres ó la a,rand mere,regatean cinco centavos de verdu-ra y no dejan ir al vendedor si nole dá la las casas particulares llegan las mucamitas ála puerta con la canasta y detrás de ellas la señorarezongona que no quiere dejarse explotar por el grin-go que. sin embargo la esplota haciendo uso de dulces y suplicantes, que no hay como los ua-politanoíi para esas cosas. Y sin embargo, algunosambulantes se llevan cada clavo de remache!..., Y aquí nos van á permitir echar mano de la esta-dística para darle al respetable público un dato apro-ximado do lo une on l i^ tieinta y tres mercados y qui-.
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