. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPITULO XLII Uua revolución a medias. L volver el conde de Arjona de la misteriosay secreta misión que le encomendó la prin -cesa, lo cual fué causa de que se separasetan precipitadamente de Leandro, enterósede lo ocurrido, pues en la corte no se hablaba todavía deotra cosa, La misma doña Isabel fué la primera en darle noticiade ello, diciéndole: —Me halláis muy contristada, pues acabo de perder deuna manera imprevista a uno de mis más fieles y lealesservidores. Y le contó a la ligera cuanto había
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPITULO XLII Uua revolución a medias. L volver el conde de Arjona de la misteriosay secreta misión que le encomendó la prin -cesa, lo cual fué causa de que se separasetan precipitadamente de Leandro, enterósede lo ocurrido, pues en la corte no se hablaba todavía deotra cosa, La misma doña Isabel fué la primera en darle noticiade ello, diciéndole: —Me halláis muy contristada, pues acabo de perder deuna manera imprevista a uno de mis más fieles y lealesservidores. Y le contó a la ligera cuanto había ólo el respeto que sentía hacia su alteza pudo conte-ner en el de Andrade el deseo de formular algunas pre-guntas. Dominó su emoción con un gran esfuerzo de su vo- 704 A. CONTRERAS luntad; pero a pesar de ello estaba tan agitado, que laprincesa preguntóle:—¿Qjé tenéis? —•Nada, señora—contestó él disimulando.—Os veo pálido y tembloroso.—La impresión natural producida por lo que habeismedicho. En verdad es una pérdida para vos el veros priva-da de los buenos servicios de un tan cumpl
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