La Mujer . zo algo en senti-do de reparación en el frontis; pero se siguió la obracon tal lentitud que cuando se quería expresar algoque no terminaba jamás, se decía:—£sa es la obra elela Catedral. La casa arzobispal no existía y veíase en su lugar»n sombrío paredón construido de ladrillo en barí o yenseguida la llamada casa del general Azcuénaga yque habitó hasta hace pocos años el doctor Olaguer. El frente, llamado del Cabildo, con sus arcadas órecobas y su baranda ó balcón de fierro lizo, su viejatorre y su velo, casi siempre descompuesto, y masabajo el escudo de armas de la patria y debajo


La Mujer . zo algo en senti-do de reparación en el frontis; pero se siguió la obracon tal lentitud que cuando se quería expresar algoque no terminaba jamás, se decía:—£sa es la obra elela Catedral. La casa arzobispal no existía y veíase en su lugar»n sombrío paredón construido de ladrillo en barí o yenseguida la llamada casa del general Azcuénaga yque habitó hasta hace pocos años el doctor Olaguer. El frente, llamado del Cabildo, con sus arcadas órecobas y su baranda ó balcón de fierro lizo, su viejatorre y su velo, casi siempre descompuesto, y masabajo el escudo de armas de la patria y debajo de lasarmas la inscripción en letras doradas Casa de Jus-ticia Cabildo 1711. En el piso bajo se encontraba laCárcel y depaitamento de policía. Complementa esecuadro el del mercado de la plazoleta del Fuerte, puesallá van los vendedores á caballo de aves y de panmientras en el lado izquierdo se entrevee el vendedorde frutas que las tiene en plena calle bajo un toldode blanco ARREAS DE MENDOZA


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