. El Hornero. Birds. 192 EL HORNERO [Vol. I es casi exclusivamente subterránea, pero como necesitan ven- tilar de vez en cuando las galerías donde viven, abren de trecho en trecho unas pequeñas bocas de cueva que no dejan mucho tiempo descubiertas, seguramente para evitar que algún intruso los moleste; siendo por este único motivo que salen a muy corta distancia del boquete abierto, para empujar con suramiento la tierra que ha de tapar nuevamente la cueva. He podido observarlos ejecutando este trabajo, escondién- dome convenientemente y manteniéndome en la mayor inmo- vilidad durant


. El Hornero. Birds. 192 EL HORNERO [Vol. I es casi exclusivamente subterránea, pero como necesitan ven- tilar de vez en cuando las galerías donde viven, abren de trecho en trecho unas pequeñas bocas de cueva que no dejan mucho tiempo descubiertas, seguramente para evitar que algún intruso los moleste; siendo por este único motivo que salen a muy corta distancia del boquete abierto, para empujar con suramiento la tierra que ha de tapar nuevamente la cueva. He podido observarlos ejecutando este trabajo, escondién- dome convenientemente y manteniéndome en la mayor inmo- vilidad durante quince o veinte minutos. Como tenía interés en con- seguir algunos ejemplares, iba con cierta frecuencia a un pa- raje donde abundaban, y en cierta ocasión alcancé a dis- tinguir un bulto que a prime- ra vista no pude precisar bien, pero estando ya prevenido por lo que me habían contado, me de- tuve, viendo en- tonces un lechu-. Lechuzón acechando un tucu-tucu. zon que parecía estar herido por la posición en que se hallaba, completamente acurrucado, sentado sobre los tarsos, en un sitio donde la tierra había sido removida. Me retiré prudentemente permaneciendo en observación du- rante diez o quince minutos al cabo de los cuales oí un pequeño gruñido y vi entonces un confuso aleteo que duró breves ins- tantes y el lechuzón alzó pesadamente el vuelo con su presa entre las garras. Debo a la gentileza del señor don Cándido Villalobos el dibujo adjunto, que da una idea exacta de la forma como ace- cha a su inocente aunque desconfiada víctima, uno de los peo- Tes enemigos que tiene el tucu-tucu, en los sitios donde no abundan los hurones. Antonio Pozzi. Buenos Aires, Septiembre 14 de Please note that these images are extracted from scanned page images that may have been digitally enhanced for readability - coloration and appearance of these illustrations may not perfectly resemble the original Asociación Ornitológica del Plata; Sociedad Or


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