. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ativa, hasta queexclamó con tono de triunfo: —¡Ya sé cómo vengarme! Imperativa y enérgica, dijo á su dueña: —¡Vete! ¡Quiero estar sola! Da orden de que avi-so me traigan cuando mi padre llegue. Necesito ha-blarle. —¿Qué intentáis?—interrogó Mónica, cada vez máscompungida.—Considerad que por el afán de vengaros»pocéis comprometeros y comprometerme. —¡Sella el labio! ¿Cuándo tus advertencias necesité nitus. consejos pedí? —Señ — ¡Vete y cumple mi mandato! dueña salió sin replicar, murmurand


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ativa, hasta queexclamó con tono de triunfo: —¡Ya sé cómo vengarme! Imperativa y enérgica, dijo á su dueña: —¡Vete! ¡Quiero estar sola! Da orden de que avi-so me traigan cuando mi padre llegue. Necesito ha-blarle. —¿Qué intentáis?—interrogó Mónica, cada vez máscompungida.—Considerad que por el afán de vengaros»pocéis comprometeros y comprometerme. —¡Sella el labio! ¿Cuándo tus advertencias necesité nitus. consejos pedí? —Señ — ¡Vete y cumple mi mandato! dueña salió sin replicar, murmurando entre dientes: 52 A. CONriiEllAS —¡El santo de mi nombre sea conmigo! Huéiome queal fin en todo esto, á mi me tocará la peor parte. D.^ Violante quedóse diciendo: —En el punto á que mi indignación y mi despe-cho llegan, poco me importa perderme con tal de Si D. Pedro asiste esta noche á |la cita quele he ¡hoy mismo quedaré vengada! S^^¿^^^JL. CAPÍTULO VI Donde él interés comienza á crear obstáculos al AS deliberaciones délos representantes de laliga fueron breves. Terminadas, una comisión de nobles,á cuyo frente iba el marqués de Villena,presentóse en la cámara de la infanta doñaIsabel para dar á ésta cuenta de lo que habían acordado.—Tengo el honor y la satisfacción de participaros,—díjole Pacheco,—que hemos decidido complaceros obede-ciendo vuestras exhortaciones y rindiéndonos á vuestrohermano D. Enrique, al que de nuevo reconoceremos co-mo nuestro rey. —Eecibid mis parabienes por vuestro sensato acuerdo,—le respondió Isabel sinceramente alborozada,—y haced-ios presentes á vuestros nobles compañeros. No podíaisacordar cosa más de mi agrado. —El afán de congraciarnos con vos nos ha impulsadoá ello. Pero habed en cuenta, señora, que á nuestro re n-dimiento imponemos condiciones que no dudo aprobaréis. 54 A. 0ONTRBRA8 —Decid cuáles son, y si


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