La Mujer de Nadie, novela . tribunicios. Iba trazando deun modo afectuoso y cordial el retrato artístico de Ja-vier Tasara. Aludía a su infancia en Málaga, las cla- 196 LA MUJER DE NADIE ses a la Escuela de Arles y Oficios, la escapada aMadrid, los días de bohemia, el triunfo rápido; anali-zaba después sus cuadros, donde se advertía la in-fluencia de los grandes maestros españ Juan Bautista se acercaba a Heliana. —Mírame. Ella volvió los ojos hacia el novio. Su mirada pal-pitaba en un brillo húmedo y acariciante.—¿Qué? —¿Me quieres, chiquilla?-¿Y lo dudas? —Ya falta poco tiempo,


La Mujer de Nadie, novela . tribunicios. Iba trazando deun modo afectuoso y cordial el retrato artístico de Ja-vier Tasara. Aludía a su infancia en Málaga, las cla- 196 LA MUJER DE NADIE ses a la Escuela de Arles y Oficios, la escapada aMadrid, los días de bohemia, el triunfo rápido; anali-zaba después sus cuadros, donde se advertía la in-fluencia de los grandes maestros españ Juan Bautista se acercaba a Heliana. —Mírame. Ella volvió los ojos hacia el novio. Su mirada pal-pitaba en un brillo húmedo y acariciante.—¿Qué? —¿Me quieres, chiquilla?-¿Y lo dudas? —Ya falta poco tiempo, Habían fijado para el mes de setiembre la marcharían a la India. Juan Bautista se ahoga-ba en España; le parecía Europa monocroma para suretina. Y mientras Valderrama seguía leyendo y las muje-res se abanicaban y los artistas escuchaban con unacomplacencia que no tuvieron para el discurso de Ja-vier Tasara, Heliana y Juan Bautista acabaron por ol-vidarse de cuanto les rodeaba. 197 VI. alieron con estruendosa alga-zara, riendo y hablando agritos, entre el súbito re-temblar de los motores, elrevuelo de los trajes clarosfemeninos y la fantasmago-ría de sus siluetas en losrectángulos luminosos quelas puertas y ventanas abier-tas de la casa de Tasaradesdoblaban sobre la calle. Eran cerca de las tres de la madrugada y la calleFerraz estaba ya silenciosa y vacía del bullicio noc-turno. Hacia Rosales se oían músicas lejanas. Volvían los unos a sus domicilios; continuarían losotros la fiesta y el holgorio yendo a ver amanecer 199 J O SE FRANGE S en un restorán de la Cuesta de las Perdices o en elPardo. Habían cenado en el estudio de Javier Tasara paracelebrar la recepción del pintor en la Academia. Esta -ban todos sus amigos íntimos y algunos de los oca-sionales: Valderrama, Martorell, Jesús Villabrille consus dos hijas, unas púberes feas, de equinas facies, ge-melos tipos de las modernas tobilleras, viciosas y lán-guidas como hembr


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