. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. i CAPÍTULO XXXIV Misterio. Vr y QUELLA noche D. Tomás, al llegar á su casa, preocupado por lo que de labios de D.* Leo-nor había oido, encanríinóse á la estancia desu hermano mayor D. Rodrigo, para contar-le sus entre los dos hermanos cariño yconfianza tales, que no tenían secretos el uno para el otroy se ayudaban mutuamente en sus empresas. Sin embargo, obedeciendo á un rubor muy natural enlos enamorados, los dos habíanse ocultado sus amores. Ni D. Rodrigo sabía las relaciones de D
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. i CAPÍTULO XXXIV Misterio. Vr y QUELLA noche D. Tomás, al llegar á su casa, preocupado por lo que de labios de D.* Leo-nor había oido, encanríinóse á la estancia desu hermano mayor D. Rodrigo, para contar-le sus entre los dos hermanos cariño yconfianza tales, que no tenían secretos el uno para el otroy se ayudaban mutuamente en sus empresas. Sin embargo, obedeciendo á un rubor muy natural enlos enamorados, los dos habíanse ocultado sus amores. Ni D. Rodrigo sabía las relaciones de D. Tomás con lanoble doncella de la ilustre casa de Padilla, ni D, Tomásestaba al tanto de los amoríos de D. Rodrigo con la judía. Ií Era el único secreto que uno á otro se habían guardado. D. Eodrigo había dicho á su hermano menor muchasveces:j|^ —Aunque heredero único de las riquezas de nuestrosmayores, pues que los usos y las leyes de nuestro reino 31 242 A. CONTRERAS así lo disponen, si para la realización de alguna empresaen la que estriben tu felicidad ó tu honra, necesitas bienesde for
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