La Mujer . recuerdo más bello de su viaje le otorgaré el don dela poesía. * + * Cuando transcurrió el año, los Príncipes volvieron ála morada del ilustre mago, cuya barba era del color delas rosas blancas. Los tres se inclinaron profundamente, porque habíansido muy bien educados en la corte del Rey, su padre, ysabían cómo hay que conducirse con los encantadores. —Y bien, Príncipes—preguntó el mago. —¿Qué os haocurrido en vuestros viajes? ¿Qué cosa os ha parecido,entre todas, más merecedoras de la admiración? Habla ttiantes que tus hermanos, Aymón, ya que eres el primo-génito. —Lo más sublime q


La Mujer . recuerdo más bello de su viaje le otorgaré el don dela poesía. * + * Cuando transcurrió el año, los Príncipes volvieron ála morada del ilustre mago, cuya barba era del color delas rosas blancas. Los tres se inclinaron profundamente, porque habíansido muy bien educados en la corte del Rey, su padre, ysabían cómo hay que conducirse con los encantadores. —Y bien, Príncipes—preguntó el mago. —¿Qué os haocurrido en vuestros viajes? ¿Qué cosa os ha parecido,entre todas, más merecedoras de la admiración? Habla ttiantes que tus hermanos, Aymón, ya que eres el primo-génito. —Lo más sublime que he visto—decía Aymón—ha sidouna batalla en una vasta llanura, iluminada por el sol po-. niente. Las armaduras sonaban y resplandecían al cho-car; los estandartes revoloteaban sobre el tumulto comograndes aves siniestras con las alas desgarradas. Losgritos de victoria ahogaban los clamores de los vencidos. Las espadas resplandecían luminosas en el aire comomillón de tallos floridos con destellos de acero, y mien-tras que los vencidos huían hacia el horizonte, ensangren-tados y llenos de pavor, aparecían sobre un caballo blancoen la cima de la colina sobre la que flotaban las nubes deoro y púrpura, el general vencedor, cuyo penacho agitabael aire. — Ciertamente es un hermoso espectáculo, cuandohace buen tiempo, ver combatir á los héroes de lasbrillantes armaduras. No te oculto, Aymón, que tienesalguna probabilidad de obtener el don de la poesía — dijoel encantador. —Y tVi, ¿qué has visto?—preguntó volviéndose áComban. —Yo he visto muchas cosas que no me han parecidodignas de la atención que otros hombres las jardines reales, donde pa


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