América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . n volver, quedóconvenido que nos haríamos señas por medio de algunos disparos. Invité á los demás á nomoverse de allí y desenbridamos las muías, que se pusieron á ramonear tranquilamente layerba/«;« (Panicum molle). 576 AMÉKICA PINTORESCA En tanto que los guías iban buscando el hilo de Ariadna, púsemeá registrar el bosquecillode la vera de un caño. Del follaje de los árboles colgaban soberbios racimos de flores rojo-liláceas, que no eran otra cosa que la chica, ó sea la bignoniácea que se usa para
América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . n volver, quedóconvenido que nos haríamos señas por medio de algunos disparos. Invité á los demás á nomoverse de allí y desenbridamos las muías, que se pusieron á ramonear tranquilamente layerba/«;« (Panicum molle). 576 AMÉKICA PINTORESCA En tanto que los guías iban buscando el hilo de Ariadna, púsemeá registrar el bosquecillode la vera de un caño. Del follaje de los árboles colgaban soberbios racimos de flores rojo-liláceas, que no eran otra cosa que la chica, ó sea la bignoniácea que se usa para teñir losobjetos de que he tenido ocasión de hablar hace un instante. Era la primera vez que la veiaen estado silvestre. Sumergido su pié en el agua, las palmeras moriches [Mauriíia flcxnosa)alzaban sus robustos troncos de veinte á veinticinco pies de altura, coronados de magnífi-cos abanicos de un color verde el más bello, que en nada ceden á los lataneros de la isla deBorbon. Al ir á encaramarme en uno de esos árboles, tropezaron mis dedos con el cuerpo de un. Perdidos en la sabana animalillo muy lindo. Era el tal un mamífero de pelaje gris ceniciento, del tamaño de unsátiro ó rata de agua. Tenia los ojuelos negros y muy salientes, la cola larga y prehensil ytoda la parte posterior del cuerpo de un tono de azur. Reconocí en este hermoso ejemplar unpequeño quironecto de la familia de los marsupiales. El estudio de aquel bosque, cubierto de una vegetación tupida entre la cual iba descu-briendo nuevas especies, habíame hecho olvidar la situación crítica en que,á fuer de extraviados en el desierto nos hallábamos, cuando los gritos de mis compañerosvinieron á revelarme que después de porfiados tanteos, se habia dado por último con unavereda. El guía Juan, después de errar durante largo tiempo, acabó por descubrir uno de losparajes en que los llaneros prenden fuego á las yerbas para renovar los pastos y adivino la
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