. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO LV Las aventuras de un viaje. N la primera jornada del novelesco viajede D. Fernando, no ocurrió nada digno-de ser mencionado. Los compañeros del príncipe intenta-ron tener con éste algunos miramientos,pero él se opuso, diciéndoles: —No me comprometáis. Tratadme, no como lo quesoy, sino como lo que parezco. En ello estriba el éxito denuestra empresa. Y no tuvieron otro remedio que complacerle. La primera noche la pasaron en una venta, donde noera fá«il que les reconociesen; sin embargo, re


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO LV Las aventuras de un viaje. N la primera jornada del novelesco viajede D. Fernando, no ocurrió nada digno-de ser mencionado. Los compañeros del príncipe intenta-ron tener con éste algunos miramientos,pero él se opuso, diciéndoles: —No me comprometáis. Tratadme, no como lo quesoy, sino como lo que parezco. En ello estriba el éxito denuestra empresa. Y no tuvieron otro remedio que complacerle. La primera noche la pasaron en una venta, donde noera fá«il que les reconociesen; sin embargo, representaroncon el mayor esmero la farsa convenida. Tanto fué así, que el príncipe durmió en la cuadra^tendido á los pies de los caballos de sus supuestos amos,mientras estos reposaban en mullidos lechos. Y antes, cuando cenaron, él les sirvió á la mesa, co-miendo luego las sobras. ISABEL LA CATÓLICA 385 ¿Cómo era posible que nadie sospechase que el que talhacía fuese un poderoso príncipe? En adelante decidieron viajar de noche y descansar dedía, pues así era más fácil evitar un mal encuentro. Todas es


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