La Mujer . ios. —¡Por Dios!, dije al sacerdote, condúzcala á su que ir á buscar á mi hermano. Di la dirección al cochero, me metí en un coche dealquiler que pasaba, y me dirigí al alojamiento de Claudio,con la esperanza de hallarlo allí. Acababa de llegar á la puerta y entramos juntos á suaposento. Él se arrojó sobre un asiento y se cubrió lacara con las manos. Al cabo de un momento levantó lacabeza; estaba pálido como un muerto. —Habla con ella, me dijo, pregúntale por qué se in-terpone siempre esa cara entre ella y yo. No es alucina-ción mí diie que no nos veremos más. —Aguard


La Mujer . ios. —¡Por Dios!, dije al sacerdote, condúzcala á su que ir á buscar á mi hermano. Di la dirección al cochero, me metí en un coche dealquiler que pasaba, y me dirigí al alojamiento de Claudio,con la esperanza de hallarlo allí. Acababa de llegar á la puerta y entramos juntos á suaposento. Él se arrojó sobre un asiento y se cubrió lacara con las manos. Al cabo de un momento levantó lacabeza; estaba pálido como un muerto. —Habla con ella, me dijo, pregúntale por qué se in-terpone siempre esa cara entre ella y yo. No es alucina-ción mí diie que no nos veremos más. —Aguardaré que estés más tranquilo, contesté. —¡Tranquilo! Estoy en mi completo juicio. Ya no laveré más. Francisco, te voy á confesar una cosa que an-tes no te había dicho, y es que esa horrible imagen nose me presenta jamás sino cuando estoy al lado de á Judit, y pregúntale por qué es eso; ¡ella debesaber! (Concluirá) HUGO CONWAY. <(& O H I isr A -2». TIEN-TSIN — PROCKSIÓX KN EL HAUIUO INDÍ —Claudio, le dije, hijo mío, no hagas caso de esa vi-sión; ya pasó! —¡Pasó!, repuso: y ?, por qué me (¡ersigue? ^,Qué hehecho yo á ese hombre moribundo que me mira con tantoodio? Francisco, míralo; allí está, allí, mira! —Ahí no hay nada, díjele para calmarle. Me agarró entonces de un brazo, y volviendo otra vezá fijar la vista en la pared, añadió: —Estoy seguro de que la verás, como yo, si te Pus palabras me im[)resionaron, pero para convencer áClaudio de que se equivocaba, miré hacia el punto dondeme señalaba.


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